viernes, 22 de mayo de 2009

LA PITADA (22/05/2009)

13 de mayo de 2009, estadio de Mestalla, Valencia. El Barcelona y el Atlético de Bilbao van a disputar la final de la Copa del Rey de fútbol. Las aficiones de ambos equipos llenan las gradas y los cronistas deportivos echan mano de los tópicos para la ocasión: ambiente de gala, una fiesta del fútbol etc... Sus Majestades los Reyes de España se disponen a entrar en el palco del estadio. Suenan los compases del himno nacional. Primero son unos pocos silbidos, luego unos cuantos más y después... Después ya no se sabe, porque la conexión televisiva con Valencia se interrumpe y se da paso a un presentador en una plaza de Bilbao donde miles de aficionados se han reunido para ver el partido. Todos los bilbaínos gritan alborozados. ¿Y si resulta que todos los patriotas españoles se han quedado en casa? Va a ser que no. Gritan porque se ven en la pantalla gigante. “¡Somos nosotros, somos nosotros!” Mientras tanto, en el estadio de Mestalla, la pitada al himno y a Sus Majestades arrecia. Ensordecedora. Generalizada. ¿Por qué TVE nos privó del espectáculo? ¿Censura? Yo diría pudor o vergüenza: las imágenes podían herir la sensibilidad del espectador. Al día siguiente, la cabeza del responsable de deportes del ente público ondeaba en lo alto de la picota. Se le había puesto cara de turco. ¿Qué había hecho de extraordinario para merecer ese destino? Nada en absoluto. Como toda la clase política y periodística, ante el hecho incuestionable de que una proporción creciente de catalanes y vascos reniegan de lo español, lo desprecian o lo utilizan como insulto, el señor Reyes se había limitado a mirar hacia otro lado. Ojos que no ven. Yo prefiero que mis ojos vean, aunque el corazón sienta. No vergüenza, simplemente pena.

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