viernes, 31 de julio de 2009

EL GENIO ESPAÑOL (31/07/2009)

Como no ocurre muy a menudo que las gentes del Reino Unido de la Gran Bretaña nos piropeen y doblen la rodilla en señal de reverencia ante el talento español, y como todavía supuran las heridas patrióticas de algunos por la visita del ministro Moratinos al Peñón, me muero de ganas de contarles lo que dice hoy el diario The Guardian. Resulta que las Galerías Nacionales de Escocia, en Edimburgo, han programado la exposición “El descubrimiento de España” como el acto cultural más sobresaliente de este verano. Como la pintura española se cotiza maravillosamente y los museos del mundo no son propensos a prestar alegremente sus obras maestras para que viajen hasta la fría y húmeda Escocia, los organizadores se han visto obligados a completar la muestra con obras de artistas británicos que viajaron a España y se sintieron influídos por ella. Las comparaciones son inevitables. Para un discreto pintor británico del XIX, compartir pared con señores como Velázquez, Zurbarán, Murillo, El Greco, Goya o Picasso, es como poner a Jesulín de Ubrique a cantar “Otelo” junto a María Callas. Al pobre periodista que firmaba la crónica, muy honesto él, se le caía el orgullo británico a pedazos. No hay otra actividad humana donde se haga más patente la existencia del escurridizo genio español. Premios Nobel, los justos, pero pintores excepcionales tenemos para regalar. La razón de esta misteriosa fecundidad pictórica se encuentra en lo más profundo de nuestro carácter. Individualista, por supuesto. Pero también rebelde. Esa combinación hispánica, tan perniciosa en otros órdenes de la vida, ha convertido a nuestros pintores, una vez cada doscientos años, en renovadores del arte mundial. Hasta ahora, al menos. Espero que no hayamos cambiado la pintura por el Tour de Francia.

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