lunes, 1 de febrero de 2010

CONTROLADORES (29/01/2010)

Cuando a José Blanco, ministro de Fomento, le enseñaron los resultados económicos de Aena, la empresa pública encargada de la gestión de los aeropuertos españoles, su primer impulso fue frotarse los ojos. Una pestaña caprichosa debía haberse salido de su sitio, provocando un curioso efecto óptico de visión doble, multiplicador de ceros. Tenía que ser eso. O las gafas. O un administrativo incompetente. O un poltergeist. Algo. Descartadas todas las opciones racionales y esotéricas, Blanco decidió llamar a su predecesora. Ponme con Magdalena. Era temprano y la señora Alvarez estaba en la cama. Desde que cambió las tormentas de nieve por el plácido escaño europarlamentario, la ex-ministra había redescubierto el placer de dormir de un tirón, y no perdonaba las ocho horas ni en víspera de rebajas. ¿Tu sabías que Aena perdía tanto dinero? Huy, Pepe, guapísimo, y eso no es nada. Espera que te caiga una buena nevada en medio de un puente festivo, que te vas a enterar. Gracias, Maleni. El ministro sacó papel y boligrafo y puso las cifras en claro: 2.300 controladores aéreos españoles ganando de media 334.000 euros al año, el doble que en la Unión Europea. 184 euros por hora ordinaria. 423 euros por hora extraordinaria. 1500 euros por horas especiales navideñas... ¿Por qué no me hice controlador? Rechazó rápidamente la idea. Impropia de un ministro de Fomento, pensó. Convócame a la prensa, haz el favor. Cuidado Pepe. A estos controladores no les hace falta ni ir a la huelga. Se ponen a marear la perdiz con sus radares, y en unas horas tienes la T-4 en pie de guerra y a la oposición pidiendo tu cabeza en bandeja de plata. Me da igual. ¿Sabes a qué se dedicaba mi padre?, continuó el ministro. ¿Maquinista de renfe? No, era peón caminero. Ya. Llámame a la prensa, anda.

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