domingo, 7 de noviembre de 2010

DROGAS (05/11/2010)

Insólito. Un mismo titular logró repetirse en las portadas de la prensa española de todas las ideologías durante la semana pasada: “El alcohol, más dañino que la heroína y el crack” Vaya. Y yo que pensaba que lo de mi sobrina con el calimocho los sábados por la tarde no era tan peligroso. Le diré que se cambie a la heroína... ¡Pero qué tontadas estamos diciendo, por Dios! Si la industria periodística cree que la solución a sus males (que son muchos) consiste en establecer una competencia por el titular más absurdo en los macabros y deprimentes rankings de noticias más vistas de las webs, Jorge Javier Vázquez y Belén Esteban acabarán recibiendo el premio Pullitzer, ex aequo. La información que seguía a dicho titular tenía una base verídica, torcidamente argumentativa – un estudio británico publicado en The Lancet – pero probablemente la noticia estaba más allá: en el espléndido cacao mental que reina en el mundo respecto al tratamiento legal que deben recibir las drogas. Mientras unos policías mexicanos armados hasta los dientes posan orgullosos delante de 4.000 kilos de marihuana decomisada, a unos cientos de kilómetros, en la soleada California, el pueblo vota en referéndum la legalización de la misma sustancia. En China te fusilan, en Holanda te invitan a pastelillos psicotrópicos y en cualquier parte del mundo, un ex-presidente (es curioso, nunca se les ocurre cuando están en el cargo) hace una encendida defensa de la despenalización. En España tampoco nos quedamos atrás: permitimos abortar a las jóvenes de 16 años sin consentimiento de los padres, pero no les dejamos tomarse una caña de cerveza. Con este panorama, no me extraña que las campañas públicas contra el consumo de drogas tengan un efecto limitado. Fallan los principios. No hay quien se lo crea.

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