sábado, 28 de mayo de 2011

ESCÁNDALO (27/05/2011)

“Este río desbordado, no se puede controlar, si lo nuestro es un pecado, no dejaré de pecar. Escándalo, es un escándalo, escándalo...” Raphael ha hecho este estribillo más famoso que las coplas de Jorge Manrique. A los españoles nos gusta la palabra, por su sonora esdrujulez y porque anuncia jugosas revelaciones sobre la honra del vecino, del famoso o de quien se tercie. Sospecho que en eso no somos muy diferentes al resto de los mortales: allá donde exista una comunidad de homo sapiens, en un pueblo manchego, en el desierto del Kalahari o en Laponia, sus miembros dedicarán una parte considerable del día a hablar sobre la vida privada del vecino, y de la posibilidad de que detrás de su fachada respetable se escondan vicios inconfesables y mentiras gordísimas. Es verdad que existen algunas particularidades regionales. Estos días ha llegado a la prensa el escándalo de Ryan Giggs, uno de los futbolistas más famosos del Reino Unido. Su reputación de padre de familia modélico ha saltado por los aires tras las declaraciones de una ex-concursante de Gran Hermano que confesó a un tabloide sensacionalista haber tenido un affaire sexual con él. El futbolista acudió a la justicia – aquí acaban las semejanzas con los escándalos hispanos – y logró que un juez prohibiera al tabloide publicar el reportaje para proteger su intimidad. Se difundió que un futbolista famoso había sido infiel a su esposa pero no se decía quién, por orden judicial. (¿Se imaginan en España una ley similar? Sería más polémica que la del tabaco) Finalmente, el morbo pudo más, y después de que 50.000 twitteros filtraran el nombre del adúltero en las redes sociales, un diputado contrario a la ley lo reveló en la Cámara de los Comunes. Otro escándalo. Querido Raphael: los ingleses necesitan tu canción como el comer, dales gusto. Scandal, it is a scandal...

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