viernes, 26 de agosto de 2011

MAD MEN (26/08/2011)

Podría traducirse como “Hombres locos por el trabajo”, y es el título de una exitosa serie de televisión norteamericana, ambientada en el Nueva York de los años sesenta. Mad Men gira en torno a las vidas de los sofisticados publicistas de la agencia Sterling & Cooper, y hace un retrato físico y sociológico extraordinariamente fiel de la época. Los personajes son atractivos, cínicos y, tras la fachada brillante, profundamente vacíos e infelices; al contemplarlos, el espectador llega a la conclusión de que nunca, ni siquiera en los felices sesenta, ha sido oro todo lo que reluce. Además de proporcionar un razonable pasatiempo, Mad Men también inspira alguna reflexión valiosa: definitivamente, la vida es una comedia que no debería ser tomada demasiado en serio. Cuando una recreación artística o histórica nos permite asomarnos a un tiempo pasado y ver cómo vivían nuestros ancestros, el resultado suele ser devastador: casi todo nos parece ridículo, la ropa, los peinados, las costumbres. Resulta patético ver a los personajes de Mad Men, la flor y nata de la sociedad americana, presumiendo de un aparato de televisión con forma de cómoda, fumando sin parar, siendo racistas, homófobos o machistas. Su religiosidad nos parece falsa, sus guerras, absurdas. ¿Puede existir un conflicto internacional más infantil y poco inteligente que la guerra fría? La conclusión a extraer es dramática: algún día, dentro de cuarenta años, cuando alguien retrate nuestra época, todo lo que hoy nos parece tan moderno, estará pasado, caduco. Será patético. Pocas cosas se salvarán de la quema. El arte verdadero, quizás, y los actos de justicia y nobleza, que nunca se extinguen del todo. Lo demás, nuestras ambiciones incluidas, serán objeto de la burla o la conmiseración de las futuras generaciones. No desesperemos. Al menos, habrán servido de algo.

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