viernes, 31 de agosto de 2012

PROCRASTINACIÓN (31/08/2012)


No es una práctica sexual desviada, ni ningún procedimiento quirúrgico relacionado con los intestinos. La palabra procrastinación describe un trastorno de conducta tan extendido en la sociedad moderna, que amenaza con convertirse en una epidemia. Individuos menos felices, menos prósperos y menos sanos. Imposible, dirán algunos; si fuera un trastorno tan grave, seguro que me sonaría esa palabra tan rara... A diferencia del mundo anglosajón, donde el término “procrastination” es bastante común, en España hay un número tan grande de procrastinadores que prefieren no tomar conciencia de su mal, que nuestro idioma ha sido incapaz de generar una palabra de uso común que lo designe. Al grano, por favor. La procrastinación consiste en aplazar una y otra vez tareas relativamente importantes, porque nos desagrada el esfuerzo que demandan o porque buscamos un perfeccionismo que tememos no poder alcanzar. No se trata exactamente de un perezoso, un vago o un irresponsable; el procrastinador será capaz de poner en riesgo su salud o soportar un estrés brutal para ejecutar la tarea en el último momento, y luego poner en marcha los mecanismos de autoengaño que asentarán aún más su conducta: “bajo presión es cuando mejor trabajo”, “así me surgen las mejores ideas”. Falso. El resultado siempre será peor que si se hubiera realizado con más tiempo. Además, mientras mira hacia otro lado y elude sus responsabilidades, el procrastinador es infeliz, aunque le cueste admitirlo. ¿Se reconocen en alguno de estos rasgos? Si mayo es el mes de las flores, septiembre debería ser designado el mes de los procrastinadores. Políticos endeudados, banqueros manirrotos, sufridos españoles de a pie: el verano ha muerto, ¡enfrentémonos con valentía a nuestros marrones! Bienvenidos de vuelta. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario