viernes, 18 de septiembre de 2015

GUIRIS (04/09/2015)

Vuelvo a la playa después de muchos años y descubro que todos los carteles están en ruso. Como imagino que a los esforzados hosteleros de la Costa Dorada no les sobra el tiempo para hacer tontadas con el asunto lingüístico - eso se lo dejan a los mandamases de la Generalitat - deduzco que esto se ha llenado de rusos en mi ausencia. Rodeado de guiris me convierto en uno más, y los camareros, que a estas alturas ya tienen el aire cansado de los que añoran que venga el otoño y se nos lleve a todos de una ventolera, me confunden con un próspero industrial moscovita, o con el dentista de moda en el barrio más pijo de San Petersburgo, que las chancletas son más eficaces para igualar a las personas que todas las políticas sociales juntas. En esos momentos saco mi acento almozareño más puro, y les demuestro que soy un compatriota y que no procede que me metan una estocada hasta la bola por el Kas, la cerveza y las chips algo pasadas que nos han servido. Que no soy dentista, aunque a mi madre le habría encantado. En realidad, ser español y vacacionar en septiembre es señal de que no cortas el bacalao, de que nadie cuenta contigo para resolver las cuestiones pendientes "del nuevo curso", como ahora se dice; que el mundo puede funcionar sin ti de maravilla. Pues muy bien, no hay problema, he pillado la indirecta. Durante esta semana, voy a ser guiri. Hablaré a los camareros en inglés -con acento ruso- y cuando vea a Rajoy, a Sánchez o a Artur Mas por televisión me preguntaré quiénes son esos españoles tan raciales y simpáticos. Mientras cambio de canal a toda velocidad. Chico, qué relax. Por cierto, ¿qué tal le habrán quedado los braquets a la señora Stoseskya? Bueno, olvídate de eso ahora, ¿quieres? Estás de vacaciones y eres guiri. Disfruta mientras puedas.

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