viernes, 29 de abril de 2011

MÁRMOLES GÓMEZ (29/04/2011)

Mi equipo no se llama Barcelona o Real Madrid. Mi equipo de fútbol, el de verdad, se llama Mármoles Gómez. Quizá el lector no encuentre el nombre demasiado sugerente, pero para sus veteranos jugadores – algunos llevamos casi veinte años vistiendo la camiseta – esas dos palabras despiertan una emoción que el paso del tiempo, las lesiones y el implacable declinar de la condición física todavía no han conseguido apagar. A veces, con una cerveza o dos, después de un partido que quizá hayamos ganado y en el que quizá un servidor haya metido un gol (coincidencia difícil pero no completamente imposible), me gusta decir que Mármoles Gómez es una de las cosas más importantes de mi vida. Es el provocador que llevo dentro. Objetivamente, un equipo de fútbol-sala que juega en la tercera división de la liga de deporte laboral, grupo cuarto – es imposible descender de categoría, más abajo no hay nada – y que se reúne cada semana durante tres horas a jugar un partido y tomar un bocadillo, no debería ser más que un simple pasatiempo. Ultimamente, no lo tengo tan claro. El paso de los años, el amor por el juego, la camaradería que no se parece a ninguna otra y algunos acontecimientos asombrosos como el hecho de que el portero actual del equipo sea hijo de uno de los miembros fundadores del club, me han obligado a envainar la ironía y a pensar que quizá el fútbol sea más importante en mi vida de lo que había previsto. ¿He dicho ya que como jugador soy bastante malo? Voluntarioso, corretón, torponcete, hay días en que no le metería un gol ni al arco iris. Y qué. En cada partido pienso que se va a producir el milagro y que me voy a convertir en ese jugador decisivo que solo vive en mi imaginación. Nadie puede quitarme eso. Lo que digan Pep y Mou no me importa demasiado. Mi equipo se llama Mármoles Gómez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario