sábado, 23 de junio de 2018

LA SOMBRA DEL MAL (17/06/2018)

Nos gusta pensar que el mal habita en religiones que no profesamos, en países en los que no vivimos y en ideologías que no compartimos. Nos gusta pensar que tenemos al mal bien controlado. Visceralmente hablando, incluso localizamos el mal en el corazón de las personas. Por desgracia, la bestia no conoce fronteras. Aunque nos cueste aceptarlo, cualquiera de nosotros está perfectamente capacitado para causar el mal a los que nos rodean. 
Hoy quiero hablar del MAL con mayúsculas, la energía más destructiva de la naturaleza y la que deja una huella más profunda en los seres humanos. Cada sociedad, en cada época, debe convivir con el mal que han producido sus antepasados, aquellos que un día se llamaron como nosotros. Los españoles heredamos el mal que causaron nuestros compatriotas en un pasado más o menos reciente y, en cierta manera, debemos cargar con él. No se apuren, no estamos solos. Piensen en los alemanes, los japoneses o los ruandeses. Obviamente, no se trata de responsabilidad en sentido estricto. Ni siquiera el descendiente directo de un asesino de masas podría ser molestado en lo más mínimo por los actos de su progenitor. Sin embargo, es muy posible que su existencia haya quedado marcado por la maldad de este. No puedo argumentarlo científicamente pero estoy convencido de que el mal es una energía que no se reabsorbe con facilidad y que puede transmitirse entre generaciones. 
Nuestros vecinos franceses tampoco son una excepción. La actuación de la Francia colaboracionista durante la Segunda Guerra Mundial sigue siendo, más de siete décadas después, un capítulo de su historia que despierta dolor. La forma más efectiva de purgarlo consiste en conocer la verdad, desenterrarla si es preciso, hasta que todo salga a la luz. A esa tarea se han entregado en los últimos años muchos cineastas franceses y fruto de ella se han realizado un buen número de documentales históricos de gran calidad. “Das Reich, una división de las SS en Francia”, es uno de ellos. Dirigido por Michael Prazan, descendiente de judíos muertos en el Holocausto, el documental narra la historia de la citada unidad blindada a partir del desembarco aliado en las playas de Normandía, el 6 de junio de 1944. Acantonada en la ciudad de Montauban, próxima a Toulouse, la “Das Reich” fue llamada de urgencia a socorrer las defensas alemanas y sus 20.000 hombres, jóvenes reclutas alsacianos y húngaros en su mayoría, pusieron rumbo al norte. Por el camino sufrieron los actos de sabotaje de la resistencia francesa, cada vez mejor armada, y las represalias de los soldados contra la población civil fueron de una brutalidad inimaginable. En la localidad de Tulle, ahorcaron a cien hombre al azar en los balcones y las farolas de la localidad. La matanza solo se detuvo cuando se acabó la cuerda disponible. En Oradour-sur-Glane fueron mucho más allá: los 600 habitantes de la población fueron masacrados. Los hombres, a la metralleta; las mujeres y los niños, encerrados en la iglesia del pueblo y quemados. 
Siento oscurecer, apreciadísimo lector, la mañana de domingo con esta triste historia. Por desgracia, no fue una excepción. Hubo centenares de casos similares durante aquella terrible guerra. La historia de todas las épocas demuestra que la sombra del mal se apodera del mundo si se dan las circunstancias adecuadas para ello. La guerra, el odio, los conflictos nacionales. Conviene tenerlos muy presentes. Creer que esos errores están definitivamente superados, aumenta la posibilidad de repetirlos.

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