viernes, 2 de julio de 2010

SUBASTAS (02/07/2010)

El 4 de mayo de 1821, en la remota isla de Santa Elena, unas manos temblorosas cortaban un mechón de pelo a un hombre agonizante. El nerviosismo estaba justificado. Moribundo o no, aquel hombre seguía siendo Napoleón Bonaparte. Pocos rincones de Europa se habían librado de la megalomanía devastadora de este corso, a Dios gracias irrepetible. Ciento ochenta y nueve años después, aquel gesto de audacia acaba de tener su recompensa. Los descendientes de un capitán británico encargado de la custodia del emperador en sus últimos días de destierro, acaban de subastar el preciado mechón. Un pujador anónimo ha desembolsado 10.800 euros. No sabría decir si me parece caro o una ganga. ¿Para qué sirve un mechón de Napoleón Bonaparte? ¿Y una radiografía pélvica de Marilyn Monroe? El ganador de la subasta de la jeringuilla que mató a Michael Jackson, ¿qué hace cuando llega a casa con el siniestro paquetito envuelto entre algodones? Lo primero, contárselo al vecino. No se puede tener en casa el molde dental de Angelina Jolie, esforzadamente ganado, y que tu vecino no lo sepa. Con cualquier excusa, en el ascensor, donde sea. “¡Cómo está el tiempo! ¡Es que ya no hay primavera! Hace un par de semanas pasando frío…por cierto, no se si sabes que tengo colgados en la pared del salón unos calzoncillos de Marlon Brando. Pásate cuando quieras”. Hay gente pa tó, que diría el torero. Lo que no deja de maravillarme es la visión de futuro del capitán británico de Santa Elena. Un adelantado a su tiempo. Estos días sonreirá, satisfecho, desde el fondo de su tumba. El emperador, siempre tan vanidoso, también estará contento. Seguro que no sabe que la subasta de un mechón de John Lennon alcanzó los 33.800 euros hace unos meses. El triple que el suyo. Este es muy capaz de declararle la guerra a alguien. Más vale que no se entere.

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