martes, 23 de junio de 2015

ANIVERSARIOS (15/05/2015)

Se conmemora estos días el 70 aniversario de la rendición incondicional de Alemania, que puso fin a la II Guerra Mundial en el continente europeo. Aunque España tuvo una participación marginal en el conflicto, nuestro ministro de Asuntos Exteriores acudió al campo de Mauthausen (Austria) para recordar a los 5.000 españoles que allí murieron, víctimas de un refinado sistema de trabajo forzoso y exterminio al servicio del régimen nazi. El asunto de los aniversarios es inacabable. Después de los 70 años se recordarán los 75, que es cifra más redonda, y por supuesto los 80, 90, hasta llegar al siglo. Al pueblo alemán le quedan muchos recordatorios por delante para tener que asumir su papel de protagonista y agente causante de la mayor carnicería de la historia de la humanidad. ¿Cómo han logrado superar semejante trauma, si es que lo han hecho del todo? Con mucho empeño y dedicación, que es como hacen las cosas los alemanes. Aunque imagino que la procesión irá por dentro y que algunas heridas de aquella infame etapa de su historia no han cicatrizado del todo, hay que reconocer la valentía de Alemania para enfrentarse a su pasado. Estoy seguro de que una sociedad menos fuerte habría sucumbido; habría cambiado el nombre del país, los colores de la bandera y hasta el idioma; sus regiones habrían reclamado la independencia para escurrir el bulto y renegar del estado opresor. Lejos de eso, Alemania vuelve a ser la locomotora del continente y líder de un proyecto comunitario que defiende a capa y espada. Incluso el himno europeo lo compuso un alemán. Se llamaba Ludwig van Beethoven. El Himno a la alegría, inspirado en un poema de Schiller, otro alemán, dice: “Abrazaos, millones de seres. Este beso es para el mundo entero. Hermanos, por encima de la bóveda de estrellas tiene que haber un padre amante”.

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