martes, 23 de junio de 2015

HIMNOS (05/06/2015)

Ser Rey de España es un oficio de emociones fuertes. Un día presides la final del torneo de fútbol que lleva tu nombre y recibes una monumental pitada, y al siguiente estás en los Campos Elíseos, pero esta vez agasajado por las más distinguidas autoridades de la república más vieja de Europa. ¿Burla a los símbolos nacionales o ejercicio de la libertad de expresión? Parece difícil negar que la intención de los que pitaron en el Nou Camp iba más allá de la reivindicación política. Había un componente festivo – tocar el pito junto a 50.000 personas debe ser más excitante que subirte al Dragón Khan – pero, sobre todo, un ánimo ofensivo, injuriador; la libertad de expresión nunca puede amparar una conducta así. La segunda parte del asunto es la verdaderamente complicada. ¿Cómo deberían reaccionar las autoridades? Aquí las opiniones van por barrios. Cuanto más a la derecha, más favorable a la sanción, y cuanto más a la izquierda, más contemporizadora. Finalmente no la habrá, y la absolución, aunque de mala gana, no deja de tener su lógica. ¿Cómo se puede castigar a alguien por ser irrespetuoso con su propio himno nacional? Porque hay algo bastante obvio que se ha pasado por alto: hasta el más recalcitrante de los independentistas tiene a la marcha real como el himno de su país, de la misma forma que es jurídicamente español y necesita de un DNI para viajar al extranjero. Sancionar por una infracción cometida contra uno mismo siempre es peliagudo, y a menudo poco práctico. Como acusar de un delito de lesiones a quien se autolesiona, o de injurias a quien se insulta delante del espejo. Además, la solución al problema del separatismo vasco y catalán no vendrá de las sanciones. Tampoco de la inacción o el conservadurismo. Parece que algunos se limitan a rezar para que la final de la Copa del Rey siempre la jueguen otros.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario