martes, 23 de junio de 2015

BRITÁNICOS (08/05/2015)

Se empeñan en conducir por la izquierda, en permitir que la reina sea la persona más rica del país, en mantener su propia moneda, su propia medida en los recipientes de cerveza y un excéntrico horario de cierre en los pubs. Podríamos seguir enumerando peculiaridades británicas y ventilarnos el artículo en un plis-plas. Pero tampoco es plan. La cuestión es que los súbditos del Reino Unido de la Gran Bretaña estaban convocados ayer a las urnas - una más: ¿a quién se le ocurre celebrar unas elecciones generales un jueves? - para elegir a sus representantes en la Cámara de los Comunes. A pesar de que el sistema electoral británico está diseñado para obtener un resultado nítido y favorecer el bipartidismo – suma y sigue: para este extraño pueblo, el bipartidismo no es malo sino eminentemente práctico – esta vez las encuestas auguran un parlamento fraccionado que obligará a los políticos a negociar. A laboristas y conservadores, con el tradicional apéndice simpático de los liberal-demócratas, se les han unido esta vez los nacionalistas escoceses y una nueva formación, el Partido de la Independencia del Reino Unido. Si esto se da en un país de rancia tradición bipartidista como Gran Bretaña, no es de extrañar lo que está pasando en España: con tanto Ganemos, Podemos, Seamos y demás conjugaciones verbales de la primera persona del plural, pronto tendremos una papeleta electoral más larga que un rollo de Scotex. ¿Qué está ocurriendo en Europa, donde florecen últimamente más partidos que amapolas? Simplemente, que la clase política profesional está desprestigiada y que cada vez menos votantes la creen capaz de resolver los grandes problemas de nuestro tiempo: inmigración, corrupción, separatismo, entre otros. ¿Cree usted que puede contribuir a mejorar el mundo? Pues funde un partido. Quién sabe, a lo mejor le voto.

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