martes, 23 de junio de 2015

NUEVAS ELECCIONES, VIEJAS CAMPAÑAS (22/05/2015)

La revolución tecnológica de los teléfonos inteligentes y las tabletas, la extraordinaria expansión de las redes sociales y la posibilidad de disponer de conexión a internet – perdonen la escatología – hasta cuando estamos sentados en el váter, son todos fenómenos bastante recientes. Fenómenos que desde luego no existían, o al menos no en la misma medida, cuando elegimos por última vez a nuestros representantes municipales y autonómicos. ¿Qué papel han jugado estos revolucionarios medios de comunicación en la campaña electoral que ahora termina? Uno muy secundario, me temo. Todo ha sido un aburridísimo déjà-vu. Plúmbeos debates televisivos a la vieja usanza. Escuálidos mítines donde la preocupación máxima de los organizadores era que no se vieran las temibles sillas vacías. Spots televisivos sin fuerza. Propaganda en los buzones que en muchos casos se ha limitado a la papeleta electoral y poco más. Una falta de respeto, en mi opinión: si quieren que conozcamos los nombres de su lista de candidatos, deberían limitarse a ponerla en un folio y dejar la sacrosanta papeleta para el día de las elecciones. ¿Qué ha sido de Twitter, Facebook, Youtube? Imagino que los partidos los habrán utilizado profusamente, pero el impacto sobre los votantes ha sido limitadísimo. Juro por lo más sagrado que mi sobrina, que cuelga versiones de canciones grabadas con su móvil en internet, tiene más visitas en Youtube que algunos de los grandes partidos. La conclusión es sencilla: lo importante es el mensaje, y no tanto el medio con el que se transmite. Si no se tienen cosas que decir o no se sabe cómo decirlas, ni la tecnología más moderna podrá llenar ese vacío. Nuevas elecciones, viejas campañas. Por favor, no se olviden de tirar de la cadena.

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