martes, 26 de abril de 2016

FEMINISMO (30/10/2015)

Feminismo versus machismo. Es curioso cómo palabras de estructura tan similar pueden designar realidades tan opuestas: un movimiento de liberación frente a una forma de comportamiento abusiva y discriminatoria. Supongo que nos lo hemos ganado a pulso. Durante milenios, las relaciones entre sexos han seguido el mismo patrón de dominio masculino que ha llevado a la postergación de lo femenino y al absurdo desaprovechamiento de sus potencialidades. Pero, como dicen los franceses, c´est fini. La mujer ha dado un paso al frente y hoy, al menos en las sociedades civilizadas, ocupa en la sociedad el lugar que le corresponde, en pie de igualdad con el hombre. Evidentemente, queda camino por recorrer y obstáculos que remover. Uno de los más acuciantes, por la inmensa tragedia que supone, es el de la violencia de género. Hombres que maltratan, humillan y matan a las mujeres con las que comparten su vida, y a las que no perdonan su independencia y su libertad. Hago notar, desde mi condición masculina, que a la abrumadora mayoría de los hombres nos repugna este comportamiento y lo condenamos sin paliativos. Porque también afecta a nuestras hijas, nuestras hermanas o nuestras madres. Este recordatorio me parece necesario porque observo, en los últimos tiempos, que el movimiento feminista trata de monopolizar la lucha contra esta lacra. Y creo que es un gran error. El logo de la mano pintada con el símbolo femenino en color morado, o el hecho de que en las redes sociales se invite solo a las mujeres a compartirlo, reflejan una voluntad de excluir a los hombres de la cuestión. Como si fuéramos sospechosos de algo. Señoras feministas, hágannos un hueco, por favor. Nos conformaremos con un papel secundario, sí, pero queremos estar ahí. Concienciando a la sociedad y señalando al maltratador. Ni más, ni menos.   

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