martes, 26 de abril de 2016

NO ES TARDE (22/04/2016)

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, visitaba la Moncloa esta semana, inaugurando una nueva etapa que se ha querido bautizar de discrepante cordialidad. Menos es nada. Rajoy regaló al president una edición de la segunda parte del Quijote, aquella en la que el intrépido caballero andante era vencido y humillado por el caballero de la Blanca Luna en la playa de Barcelona. Tengan por seguro que el regalito iba con segundas; lo que ocurre es que los gallegos pueden ser tan sutiles, que la indirecta ha pasado casi desapercibida. En la misma línea de diplomacia política, Puigdemont se reunió recientemente con Pedro Sánchez y Albert Rivera, y el resultado no fue muy diferente. La portavoz del gobierno catalán contestaba así de lacónica a la oferta de reforma constitucional que planteaba el líder de Ciudadanos: “Llega tarde”. Es difícil contener un mayor desatino en tan solo dos palabras. ¿Qué significa eso de que llega tarde? ¿No estará insinuando que quiere usted romper un país con más de 500 años de historia, casi 900 años después de la boda de Ramiro y Petronila que unió los destinos de Cataluña y Aragón hasta hoy, por el peregrino motivo de que el gobierno central presentó un recurso al estatuto de autonomía de 2006, y que si entonces se hubieran aceptado otras fórmulas, el independentismo se habría conformado? No se confundan. La hipotética reforma constitucional que modernizase el estatuto territorial español llegaría tarde para usted y los suyos, no para Cataluña. Llegaría tarde para los que se han echado al monte, con la escopeta institucional al hombro, dispuestos a echar un órdago al Estado y violentar sus leyes si es necesario. Ellos pasarán y Cataluña permanecerá. Ojala que como una parte insustituible de España. Porque nunca es tarde para la razón y el entendimiento.

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