domingo, 29 de marzo de 2009

ASESINOS (Agosto 2008)

“Aquel joven de 25 años no era consciente del valor de una vida humana. A los 53, he cambiado mucho” De poco han valido estas palabras a Mark Chapman. Hace unos días, el asesino de John Lennon recibía la noticia en su celda de la prisión neoyorquina de Áttica: la Comisión de Libertad Condicional denegaba por quinta vez su petición alegando proteger “el bienestar de la sociedad en general”. Los americanos, cuando se trata de delitos y criminales, no se andan con bromas. El caso Chapman ha coincidido en España con el debate abierto a raíz de la excarcelación del etarra Iñaki de Juana Chaos. No es este uno de mis temas favoritos. Me desagrada profundamente que sea objeto frecuente de disputa política entre los partidos. Me interesan mucho, en cambio, los aspectos jurídicos: en definitiva, se trata de encontrar una solución al problema de qué hacer con un hombre que ha matado a 25 personas de forma salvaje y que, tras cumplir una condena en prisión generosamente reducida, no muestra el menor arrepentimiento por sus actos. Al contrario, se jacta de ellos. No creo en la venganza como un fin razonable del derecho penal. El arrepentimiento del sujeto pertenece a los dominios insondables de su conciencia. Allí, el Estado y la sociedad, poco pueden hacer. Sin embargo, las penas de prisión sí tienen, en mi opinión, una justificación fundamental: la protección de la sociedad. Que De Juana no se retracte de sus crímenes me parece preocupante. Mucho más, que aproveche cualquier circunstancia para hacer público alarde de ello. Con los asesinos de ETA todavía en acción, la excarcelación de De Juana, aún conforme al derecho vigente, me parece conceptualmente un error. Con Mark Chapman el destino ha sido más cruel. Nunca llegará a conocer Miranda de Ebro. Nació en Fort Worth, Texas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario