domingo, 29 de marzo de 2009

PERDIDOS (Agosto 2008)

Si a algunos de ustedes, queridos lectores, el título de la columna de hoy les sugiere algo más que la política económica del gobierno o los fichajes del Real Madrid, probablemente ya sabrán a que se refiere. “Perdidos” es el título de la serie de televisión más adictiva de todos los tiempos. Voy a arriesgar una predicción: su importancia crecerá con los años y nuestros hijos la verán masivamente. ¿De qué trata “Perdidos”? Un avión se estrella en una isla perdida del Pacífico... Creo que debería dejar que el espectador lo descubra por sí mismo. En parte porque un servidor, que acaba de terminar la cuarta temporada – llevo entre pecho y espalda 90 episodios de 40 minutos cada uno -, todavía no está muy seguro de qué trata realmente. Se estarán preguntando cómo es posible que una serie supuestamente tan excepcional haya pasado desapercibida en España. En primer lugar, “Perdidos” es una serie estructuralmente diferente a las demás: hay que empezar desde el capítulo uno de la primera temporada; de otra manera, es indigerible. Además, TVE no se distingue por vender demasiado bien sus productos y los canales de la competencia no lo van a hacer en su lugar. Conclusión: sólo unos pocos afortunados estábamos frente al televisor, casi por casualidad, cuando comenzó la serie. Por suerte, existe el DVD. Cansado de no poder comentarla con mis amistades, regalé a una de ellas los primeros 24 capítulos. Sabía lo que iba a pasar. Los vio, los prestó, el otro compró los siguientes...y así hasta que todo el grupo acabó completamente enganchado. Juro que había algunos muy escépticos. Juro que todos son padres y madres de familia, responsables y trabajadores. Mi amigos Alfonso y Mónica, poseedores del récord, también. Vieron 12 capítulos en un sólo día.

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