sábado, 28 de marzo de 2009

RAPACES (Junio 2007)

Rogaría a los señores encargados de marketing de la Agencia Tributaria que se abstuvieran este año del buen rollito con slóganes del tipo “Hacienda somos todos”, porque creo que no lo soportaría. Acabo de ser víctima de un atropello. Me ha pasado por encima la Ley General Tributaria y he quedado maltrecho y escocido. He recibido una notificación de sanción de ¡600 euros! por no presentar a tiempo dos resúmenes anuales informativos - no de pago - en mi última declaración. Esperaba la merecida sanción, pero cuando he visto la cuantía casi me caigo de la silla. Y eso que habían calificado la infracción como leve, menos mal. Si llega a ser grave, tengo que vender un riñón en el mercado negro. Pienso que las sanciones deberían guardar una proporción lógica, incluso con el resto del ordenamiento, para no dejar de ser justas. Cogido in fraganti conduciendo borracho, en dirección contraria, no habría salido mucho peor parado.
No señores míos, Hacienda no somos todos. En el “todos” que contenga a mi persona, debería haber un poco más de comprensión hacia los errores ajenos. Por lo tanto, en un lado están ustedes, legisladores y ejecutores rapaces del sudor y el trabajo ajenos, y en el otro estamos todos los demás. Un país no se construye sólo a base de carreteras, misiles Tomahawk o pabellones-puente. Una sociedad es un proyecto común en el que hay que creer. Para que un ciudadano vote en las elecciones, recoja los excrementos de su perro o pague sus impuestos, debe creer en el sistema en que vive. Y a este servidor, por la cornada inflingida, se le está escapando la fe a borbotones. Señores de la Hacienda: lo suyo es pan para hoy y hambre para mañana. Están extinguiendo a los conejos y dentro de poco sólo encontrarán zorros. Y éstos no se dejan coger tan fácilmente.

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