domingo, 29 de marzo de 2009

ROSA (Febrero 2009)

Según el CIS, Rosa Díez es la segunda política mejor valorada por los españoles, detrás de Rodríguez Zapatero y por delante de Rajoy. Con la que está cayendo, no sorprende demasiado que ninguno de ellos alcance el aprobado: 4.43 para la líder de UPD, 4.55 para el presidente del Gobierno y unos inquietantes 3.51 para el jefe de la oposición. Suspendidos, pencados, cateados. La única que tiene motivos para la alegría es Rosa Díez, a la que podría concederse un “progresa adecuadamente”. Según para quién, claro. Desde las elecciones de marzo ha triplicado el número de seguidores y su ascenso ha disparado las alarmas en los cuarteles de los grandes partidos. Consigna: hay que poner etiqueta a esta mujer a toda costa. La del equipo rival, por supuesto. Cuando se pregunta a Rajoy sobre ella, su rostro se tensa, levanta el dedo índice y dice: Que nadie se equivoque, esa mujer es socialista. Para el PSOE, Rosa Díez es como Figo cuando se pasó al Real Madrid: una traidora que ha abandonado los ideales progresistas para pasarse a la derecha. El objetivo es que la fuga de votos hacia Unión, Progreso y Democracia - el complicado nombre del partido de Rosa Díez - afecte más al partido rival que al propio. Mientras tanto, la política rebelde, el grano en el trasero de los partidos tradicionales, no deja de repetir la palabreja que esconde la verdadera fuerza de su proyecto político: el suyo es un partido “transversal”. En cristiano, que caben gentes de izquierda y de derecha. Imposible, dirán muchos. Yo les cuento un caso real: Miguel y Pilar son un matrimonio amigo, que jamás ha votado al mismo partido. El se escora a la derecha y ella a la izquierda. Ahora afirman que apoyarán a UPD. Que en su casa se acabaron las discusiones políticas a gritos. Que irán a votar juntos y de la mano. Estrategas políticos, tomen nota.

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