sábado, 28 de marzo de 2009

CAMBIO RADICAL (Abril 2007)

Yo me limito a lanzar la idea, por si a algún productor televisivo le interesa. “Cambio Radical, 10 años después” El programa visitaría a los participantes del reality de Antena 3, una década después del trincha-corta-pega al que se someten para cambiar su imagen y ser más felices. No faltaría el morbo y el drama, estoy seguro.
En España desconocemos donde se encuentra el punto medio de las cosas. Todo lo hacemos a lo bestia, para ser los primeros de Europa en lo que sea. Antes teníamos muchos hijos y ahora nos operamos las tetas y nos damos estirones en la cara como nadie. Fuimos un país de curas y hoy somos la capital mundial de los cirujanos plásticos. Que conste que a mi me gustaría ser guapo como a cualquiera. Ya tengo escrita la “Loa al inventor del crecepelo” y maldigo cada mañana ante el espejo al creador de las tetraciclinas, diabólica sustancia que dejó mis dientes amarillos para los restos. Si Sean Connery me prestara sus pelucas o Luis Miguel su dentadura, quién sabe, a lo mejor me las pondría. Lo que jamás haría, sería permitir que me abrieran las carnes con un bisturí. Tengo la sensación de que no se puede dar un corte de mangas a la genética impunemente. Nuestros cuerpos tienen una forma determinada por motivos mucho más profundos que los discursos de Teresa Viejo. El ADN es muy tozudo. El carácter, también. Nos guste o no, al final, todos tenemos la cara y el cuerpo de lo que somos. Ni más ni menos. Dentro de diez años, sin permiso de sus dueños, los rostros radicalmente cambiados habrán intentado volver a su ser. Probablemente se habrán quedado a medio camino. Quizá entonces alguien se pregunte si no hubiera sido mejor dejarlos envejecer en paz.

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