sábado, 28 de marzo de 2009

EL SECRETO DE LOS HÉROES (Octubre 2007)

Han sido, son, un grupo musical diferente a la mayoría. Consiguieron el éxito masivo y traspasaron fronteras como ningún otro grupo español de pop lo había hecho hasta entonces. Desde sus comienzos arrastraron a seguidores apasionados y a una buena cantidad de detractores, envidiosos y críticos musicales muy enfadados con su arrogancia y su descaro. Con el tiempo muchos tuvieron que rendirse a la evidencia: estos cuatro maños poco propensos a la sonrisa tenían talento. Mucho talento. Los Héroes del Silencio regresan, igual que se fueron: llenando estadios como si los años no hubieran pasado. Debo confesar que no me considero un gran amante de su música. Reconozco sus buenas canciones pero, entre ellos y yo, falta la química necesaria, ese algo misterioso que te identifica con el artista como si fuera un hermano.
Conocí a Bunbury cuando se llamaba Quique Ortiz y asistíamos al mismo colegio. Era arrogante, cordial, genial y atormentado, todo al mismo tiempo. Tocaba la batería y quería llegar a ser alguien en la música. En aquellos tiempos, yo era cantante de un grupo musical y tuvimos algún contacto. Un día se acercó a mi y, a modo de saludo, me espetó un “¡Qué tal, buen hombre!”, con voz forzadamente cavernosa. Yo tenía quince años. En ese momento, caí en la cuenta de que él no era como el resto de nosotros. Debajo de esa ropa provocadora, de su actitud tranquilamente desafiante, había una convicción avasalladora. Nosotros pasábamos el rato, soñábamos. Supongo que compartíamos el mismo miedo adolescente pero nos separaba una gran diferencia: el había decidido adónde quería llegar. Tenía dieciséis años. Otros no llegan a saberlo en toda una vida.

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