sábado, 28 de marzo de 2009

CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO (Junio 2007)

Juro que no siento un especial placer al criticar a la Iglesia Católica, sobre todo, en los tiempos que corren. Atacarla hoy es demasiado fácil para mi gusto. Un Galileo Galilei, un Lutero... aquellos sí que sabían echarse al monte con la manta liada a la cabeza. Conviene recordar que, entonces, quemar gente viva en la hoguera no estaba tan mal visto como ahora. Como a la Iglesia ya no se le hace demasiado caso, los curas humildes me parecen unos quijotes muy simpáticos y respetables. Hasta que habla la Conferencia Episcopal y lo echa todo a perder.
La media de coeficiente intelectual entre sus miembros debe andar por los doscientos. El problema es que su inteligencia anda muy pareja a su arrogancia. Ahora les ha dado por llamar a la objeción contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos. Uno de sus portavoces declaraba que aquellos colegios religiosos que impartieran la asignatura estarían “colaborando con el mal”. Otro clamaba al cielo: “¿quién es el Estado para decir qué es moralmente bueno o malo?” Después de dos mil años imponiendo su particular versión de la moral, ayudados de violencia y coacción física y psicológica, poner en duda el papel del Estado en la formación democrática y cívica de sus ciudadanos me parece algo intolerable. Esta asignatura es necesaria, yo diría que imprescindible. A ver si aprendemos en este país de trinchera algo de cultura política, de la que estamos tan anémicos. Los ejecutivos con sotana deberían recordar que, con mis impuestos, se siguen pagando la mayoría de sus facturas y subvencionando la educación católica. Una sugerencia para ser todavía más flamencos: por favor, pónganse dignos y no acepten nuestro dinero.

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