domingo, 29 de marzo de 2009

NEGOCIAR (Mayo 2008)

El día en que los intereses, deseos vitales y aspiraciones de todo ser humano coincidan, la civilización habrá acabado. Definitivamente, el mundo será más aburrido y más feliz. Lo difícil es lograr la armonía mientras sigue vigente la ley básica de la supervivencia: la escasez. De momento no hay agua, escaños, mujeres y hombres guapos, cuadros de Sorolla o chalets con bodega para todos. Es irónico comprobar que los mayores grados de cohesión social se alcanzaron históricamente durante las guerras. Imagino que para un inglés de 1940, ver en el noticiero a Hitler dando saltitos frente a la torre Eiffel debió ser estímulo suficiente como para exclamar: “¡Dejémonos de tonterías y vayamos al grano!” Lo dicho, hoy nos toca negociar. Vacaciones en la playa o en la montaña, el salario (quien pueda) o el precio de un alquiler. Un estudio publicado en la revista americana “Psychological Science” comparaba la eficacia de tres grupos de personas con enfoques diferentes ante una negociación. Los neutros se concentraban en su posición. Los que buscaban perspectiva, intentaban`contemplar el problema a través de los ojos de una tercera persona que no interviniera en el asunto. Por último, los empáticos intentaban comprender emocionalmente a su oponente. ¿Quién ganó? Los neutros perdieron. Entre los empáticos y los perspective-takers hubo casi un empate pero al final se impusieron los segundos: algunos empáticos llegaban a identificarse tan bien con las emociones del rival, que cedían a la tentación de sacrificar parte de sus intereses para favorecerles. Tomaré nota. Juro que prefiero charlar, escuchar música o beber buen vino, pero mientras no me vaya de misionero a una selva perdida tendré que hacerlo. Incluso allí. Tendré que negociar.

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