sábado, 28 de marzo de 2009

LA PALIDEZ VOLVERÁ (Julio 2007)

Rubens pintó “Las Tres Gracias” en 1630. Estaba tan orgulloso de la orondez de sus personajes, que no le importó utilizar a su propia mujer desnuda como modelo. Como en el siglo XVII ningún marido se habría atrevido a retratar a su señora “fea” – ni en el XVIII, XIX, XX..., ni jamás de los jamases -, hay que concluir que, en aquellos tiempos, la obesidad mórbida y los michelines constituían el canon de belleza. La gordura se asociaba a la riqueza y a la buena posición social. Hoy, en cambio, a las enfermedades cardiovasculares y a la comida basura. Dicen los antropólogos que al concepto de belleza se llega por consenso cultural. Como los valores de la cultura están en constante movimiento, los cánones estéticos cambian a la par. El bronceado de la piel, por ejemplo. De estigma de origen humilde y campesino pasó a ser marca de persona triunfadora, con vacaciones en la playa y practicante del esquí. De pronto, todos empezamos a vernos más guapos con la piel morena y nos lanzamos al sol como lagartos. Hasta ahora. No sé si a ustedes les ocurrirá lo mismo pero, a un servidor, la piel muy bronceada ha dejado de parecerle atractiva. La encuentro más bien vulgar. ¿Me habré convertido en un excéntrico? Por suerte, he dado con una explicación más satisfactoria. El bronceado está dejando de ser bello porque se asocia cada vez más al cáncer de piel y al envejecimiento. Al ritmo en que disminuye la capa de ozono, muy pronto tomar el sol se habrá convertido en una actividad peligrosa y poco saludable. La palidez volverá. Empolvarse la cara de blanco. Los fabricantes de paraguas lanzarán al mercado sombrillas de mano de bonitos colores. La industria de los rayos UVA sufrirá una reconversión salvaje. Y el mundo seguirá girando.

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