sábado, 28 de marzo de 2009

LA MADRE DE TODOS LOS DEBATES (Febrero 2008)

Eran las diez menos cinco y allí estábamos todos frente al televisor. 13 millones de españoles comiendo pizza y bebiendo cerveza como si fuera la Superbowl. El debate Rajoy vs. Zapatero estaba a punto de comenzar. En ese momento tuve un chispazo de humanidad y sentí compasión por los candidatos. Los imaginé bebiendo zumos naturales de marcas pactadas, transpirando sobre tresillos de dimensiones pactadas. Yo estaba tan nervioso como si mi chiquillo fuese a aparecer dando toques a un balón en un programa de talentos. Los presentadores, primeros espadas del escalafón, balbuceaban como becarios en agosto. Cuando salió el trío protagonista aquello se transformó en un casino de Las Vegas. Sólo faltaban Don King y la báscula. Confirmado: el asesor de imagen de Rajoy es un topo del partido socialista. El candidato popular sonríe como una polichinela con el traje desabrochado y arrugado, a punto de sacar una cachiporra y emprenderla con Zapatero, que parece un joker escapado de una baraja de Heraclio Fornier. El presentador Campo Vidal viste uno de esos trajes grises, bonitos y poco prácticos: la segunda boda en que te lo pones, eres el comentario de todos: “¿Tendrá sólo un traje?”. Durante las dos horas siguientes, los candidatos pelearon. Hubo momentos en que lanzaron puños al aire, a moscas imaginarias – yo hablo de terrorismo y tú de cheques-bebé – y otros de golpes bajos. Algunas intervenciones como “La niña de Rajoy” han entrado en los anales de la política española. Campo Vidal, después de un trabajo impecable, mete la pata hasta el corvejón: “Uno de estos hombres será presidente el 9 de marzo”. Rechinar de dientes entre todas las víctimas del bipartidismo por decreto que nos gobierna. Uf, mi estómago. Mañana, espinacas.

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