sábado, 28 de marzo de 2009

EL NIÑO DE LOS SANFERMINES (Julio 2007)

“Un padre corre un encierro de los sanfermines con su hijo de 10 años cogido de la mano” La sorprendente noticia saltaba de esta manera a los medios, entre el espanto general. Días después, un juez suspendía cautelarmente el régimen de visitas a petición de la madre – la pareja está separada -, por negligencia del padre en el cuidado del menor. La protección judicial de los menores funciona con rapidez y eficacia. Lo celebro. Me produce más inquietud el sospechar que esta contundente reacción proviene, en parte, del tratamiento que dieron a la noticia la mayoría de los medios de comunicación. Al parecer, en España, la ética periodística también se ha ido de vacaciones.Siento acabar con una historia tan morbosa pero es de justicia hacer algunas aclaraciones. Padre e hijo sólo saltaron el vallado al oir el cohete que indica que el encierro ha terminado y que los toros bravos han entrado en el corral. El niño corrió delante de los mansos, animales completamente diferentes a los toros de lidia porque ni embisten, ni cornean. La actitud del padre me parece irresponsable y poco defendible. Por el mal ejemplo que da a su hijo al incumplir las normas, por su falta de tacto y por su arrogancia. Pero, aunque estropee la historia, hay un hecho objetivo que cualquier persona que conozca bien los encierros puede constatar: el riesgo al que sometió a su hijo fue muy limitado. Comprendo que el titular periodístico es muy tentador, pero comentar la noticia sin citar en ningún momento que padre e hijo corrieron delante de cabestros y no de toros bravos – como hizo una cadena de televisión nacional - , me parece ignorar el deber más sagrado que debe regir este oficio. Contar la verdad.

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