sábado, 28 de marzo de 2009

EL SAPO Y EL MARRÓN (Marzo 2008)

“El Partido Popular espera ganar las elecciones intentando hacer que los simpatizantes socialistas se abstengan”. Esto afirmaba el dirigente del PP Gabriel Elorriaga al diario británico Financial Times, en una de las meteduras de pata más antológicas de esta campaña electoral. ¡Qué le pasó a este hombre por la cabeza, por Dios! Acostumbrado a lidiar con todas las fieras periodísticas patrias, se encontró frente a una tal Leslie Crawford, inofensiva en apariencia y con nombre de actriz de cine mudo, se echó atrás en su sillón, se relajó y... dijo la verdad. La verdad perfecta: aquella que todo el mundo conoce pero que nadie se atreve a pronunciar. A continuación Don Gabriel negó, arruinando el único epíteto favorable que le quedaba: había sido hombre parlanchín, calculador pero sincero. Leslie salió de nuevo a la palestra: “Don Gabriel dijo”. El aludido, suplicando con la mirada que dejaran de hablar de él por favor, concluyó: “No me atrevo a jurar que no dijera”. Mientras tanto, en el bando rival, Isabel Coixet fabricaba un spot con joven socialista solidario que conduce trescientos kilómetros hasta el pueblo (¿eufemismo de asilo?), para recoger a su madre, decrépita, coja y pepera, y llevarla a depositar su voto. ¡Pero mira que son buenos estos socialistas! Marketing y manipulación electoral aparte, estos dos ejemplos dan una pista bastante fiable de lo que puede pasar el domingo. Cuando el interés partidista – que la participación sea alta – coincide con el interés general, con lo que debe ser – que el ciudadano vote y se implique – las posibilidades de victoria son más grandes. ¡Voten a quien sea, pero voten! No votar es escurrir el bulto, escaquearse, dejar a los otros el marrón. Votar puede significar tragarse el sapo de elegir al menos malo. Es amargo, pero háganlo.

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