domingo, 29 de marzo de 2009

SULLY, EL PILOTO (Enero 2009)

Su gloria ha sido efímera. Periodísticamente, el fenómeno Obama se ha llevado por delante su hazaña. El increíble aterrizaje que protagonizó el piloto Chesley B. “Sully” Sullenberguer III sobre las aguas del río Hudson en Nueva York ha pasado a un segundo plano de la actualidad, pero también se ha ganado un confortable lugar en la historia de la aviación. Unos inocentes pajarillos, en el lugar equivocado en el momento equivocado, habían inutilizado los motores del A320 a los pocos minutos de despegar del aeropuerto de La Guardia. La pericia y la sangre fría de Sully lograron dirigir el avión entre la jungla hormigonada y depositarlo suavemente en el río. Con una tranquilidad peliculera, más propia de James Bond, organizó la evacuación del avión hasta que llegaron los barcos de salvamento. Según testigos presenciales, el nudo de su corbata no llegó a aflojarse. El único síntoma de la tensión del momento, fueron algunos mechones de pelo que se habían movido de sitio. Al llegar a la terminal llamó a su mujer y le recordó que cancelara la mesa en el restaurante que habían reservado para esa noche. La leche. Cuando vi su foto en internet lo comprendí todo. Esperaba encontrar a un Leonardo Di Caprio con gafas ray-ban y resultó que no. Sully tiene 57 años y aparenta 15 más. Tiene el culo pelado de pilotar cualquier cosa con alas desde los 17 años. Los héroes en la vida real existen, pero no son guapos ni tienen el pelo negro y espeso. Tienen cuatro pelos grises. A esta sociedad que idolatra la juventud, el caso de Sully envía un mensaje bien claro. Despreciar la veteranía es un grave error. Espero no ver a Sully anunciando corn-flakes en la tele, al menos de momento. Que siga en el oficio. Así, si algún día cojo un avión a Nueva York, todavía será posible. Dormiré tranquilo pensando que lo pilota él.

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