domingo, 29 de marzo de 2009

LA DECADENCIA DEL HOUSISMO (Julio 2008)

Pasó la era de la New Age, de la empatía y el buenrrollismo. Ahora se trata de ser malo o, si me lo permiten, un cabroncete. El doctor House, personaje de la famosa serie televisiva, o Risto Mejide, inclasificable jurado del reality musical Operación Triunfo, se disputan la paternidad de esta nueva tendencia. La diferencia entre ambos es que Hugh Laurie, el actor británico, puede intentar recuperar su personalidad cada tarde, al terminar el rodaje. Risto debe cargar con su personaje las veinticuatro horas del día. Como siempre ocurre cuando algo se pone de moda, han aparecido los imitadores. Algunos muy dignos, como el genial Javier Cámara en una serie televisiva de abogados (madrileños, por supuesto) que se ha estrenado recientemente. Es una lástima, porque creo que llegan algo tarde: al “housismo” le ha llegado la decadencia. Estos personajes comienzan siendo unos hijos de mala madre, pero rematadamente listos, ingeniosos y competentes en su trabajo. House, Risto y compañía faltan al respeto por sistema, insultan y humillan a los que les rodean y, sin embargo, triunfan y son admirados por todos los demás. ¿Dónde estaba el secreto? En su versión más cruda y descarnada, estos tipos decían la verdad, la que nadie más se atrevía a pronunciar. Esa era la clave de su éxito. Habrá sido por falta de imaginación o por pura soberbia. El caso es que estos personajes han cometido el viejo error bíblico de creer que estaban por encima del bien y del mal. Ahora el doctor House es grosero e injusto al mismo tiempo; Risto Mejide insulta, faltando descaradamente a la verdad. Las audiencias bajan en picado y los concursantes veinteañeros le pierden el miedo y el respeto. Mala solución. Sólo la humildad podría salvarles. Y acabaría con ellos sin remedio.

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